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· Idioma: Español
· Editorial: Ameghino
· Formato: Papel
· Tamaño: bolsillo
· Estado: Usado
Sinopsis:
“Estimada señora: me he refugiado en mi camarote para escribirle. Sentado en mi camastro, la lucha es brava y cruenta. El barco en el que viajo fue asaltado por británicos con la ambición desmedida de apoderarse de mis botines…”
Esta es un obra difícilmente encasillable en un rígido género literario. Entre lo lírico y lo epistolar, el autor ya va delineando un vínculo ideal entre un redactor de cartas que no se envían y una imposible receptora de texto que se resisten a ser decodificados por la razón, la gramática, las reglas de peso y medida. El redactor que crea (y en el cual se escuda) Finkelstein es un ser de infinita ternura, que juega con las palabras como si fueran papelitos de colores, que busca en el tibio rincón de una mujer un refugio ante el frío mundo regido por la eficiencia y las estadísticas.
Estas son cartas que toda mujer sensible desearía recibir. Estas son cartas que todo hombre podría escribir, si aceptara volver a una pureza edénica, a una correcta urbanidad, saliera a lucir sin temores la camisa de una loca inocencia.
Advertencia para los lectores cultos y racionales: cualquier aparente error de ortografía no es aparente, es real, pero no es un error, sino aun acierto. Deberá consultar al Pequeño Finkelstein Ilustrado. Generalmente, queda a la altura del corazón.
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· Idioma: Español
· Editorial: Ameghino
· Formato: Papel
· Tamaño: bolsillo
· Estado: Usado
Sinopsis:
“Estimada señora: me he refugiado en mi camarote para escribirle. Sentado en mi camastro, la lucha es brava y cruenta. El barco en el que viajo fue asaltado por británicos con la ambición desmedida de apoderarse de mis botines…”
Esta es un obra difícilmente encasillable en un rígido género literario. Entre lo lírico y lo epistolar, el autor ya va delineando un vínculo ideal entre un redactor de cartas que no se envían y una imposible receptora de texto que se resisten a ser decodificados por la razón, la gramática, las reglas de peso y medida. El redactor que crea (y en el cual se escuda) Finkelstein es un ser de infinita ternura, que juega con las palabras como si fueran papelitos de colores, que busca en el tibio rincón de una mujer un refugio ante el frío mundo regido por la eficiencia y las estadísticas.
Estas son cartas que toda mujer sensible desearía recibir. Estas son cartas que todo hombre podría escribir, si aceptara volver a una pureza edénica, a una correcta urbanidad, saliera a lucir sin temores la camisa de una loca inocencia.
Advertencia para los lectores cultos y racionales: cualquier aparente error de ortografía no es aparente, es real, pero no es un error, sino aun acierto. Deberá consultar al Pequeño Finkelstein Ilustrado. Generalmente, queda a la altura del corazón.